Vamos con tu futuro
Vamos con tu futuro
10/03/2025 |
Tus decisiones financieras pueden contribuir a un mundo mejor. Propósitos tan dispares como la protección del medio ambiente, la integración de colectivos en riesgo de exclusión social o la investigación médica comparten algo más que la voluntad de contribuir a un mundo mejor. Es el resultado de otra forma de invertir: la inversión solidaria.
Si la política de inversión del fondo de inversión o del plan de pensiones tiene en cuenta criterios ambientales, sociales y de buen gobierno, la inversión será sostenible.
Invirtiendo en fondos o planes de pensiones solidarios, las gestoras de fondos de inversión y planes de pensiones destinan una parte de la comisión de gestión a proyectos sociales y medioambientales.
El funcionamiento de la inversión solidaria es muy sencillo. Cuando inviertes en un fondo de inversión o en un plan de pensiones, pagas una comisión a la entidad gestora para que gestione, administre y trate de obtener la mejor rentabilidad, normalmente a largo plazo. Algunas entidades destinan parte de esta comisión a diferentes ONG e iniciativas de impacto social y medioambiental.
Esa aportación contribuye a que esas organizaciones puedan llevar a cabo sus actividades. De esta forma, el dinero suele destinarse a iniciativas solidarias relacionadas con la ayuda a colectivos vulnerables, desde inmigrantes en situación precaria hasta jóvenes en riesgo de exclusión social, víctimas de trata, personas con discapacidad física o intelectual o personas sin hogar; la atención a pacientes con distintas enfermedades o adicciones; la protección del medio ambiente, desde la reforestación hasta la protección de la biodiversidad; o la investigación médica.
Existen diferentes productos en los que puedes invertir tu dinero y apoyar estas causas, como fondos de inversión o planes de pensiones solidarios.
¿Invierten los gestores de estos fondos en activos sostenibles? No siempre. Y no tienen por qué. Sostenible y solidario son características compatibles, pero no siempre van unidas. No todos los fondos sostenibles son solidarios, ni todos los fondos solidarios tienen por qué ser sostenibles. Por eso, no se debe confundir la inversión solidaria con la inversión sostenible o con criterios ASG (ESG en sus siglas en inglés), es decir, criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo.
No obstante, aunque inversión solidaria e inversión sostenible son conceptos diferentes, muchas veces la inversión solidaria sí que se apoya en productos financieros que siguen estrategias de inversión sostenible, que incrementan el impacto social y medioambiental. De esta forma, no solo las donaciones tienen un impacto positivo en la sociedad o el medio ambiente, sino que también apuestan por invertir en proyectos o empresas que cumplan criterios ASG.
La inversión sostenible genera cada vez más interés en España. De hecho, el patrimonio de los fondos españoles ASG aumentó un 24% en 2024, según datos de Inverco. ¿Qué criterios debe cumplir este tipo de inversión?
Los criterios ambientales se corresponden con actividades que afectan de forma positiva al medio ambiente, como la reducción de la contaminación del aire y el agua, la lucha contra el cambio climático, la minimización de emisiones de gases de efecto invernadero, la eficiencia energética, el respeto a la biodiversidad o el uso de energías renovables, entre otros.
Los criterios sociales los cumplen aquellos proyectos que pretenden, entre otros objetivos, reducir la desigualdad a través de la inclusión de los colectivos más desfavorecidos. Incluyen aspectos relacionados con la salud, la educación, los derechos humanos o los derechos de los trabajadores (riesgos y condiciones laborales, explotación de niños o inmigrantes o de personas en riesgo de exclusión social…).
Los criterios de buen gobierno hacen referencia a cuestiones de gobierno corporativo de la empresa, a la calidad de la gestión y a su cultura. Algunos ejemplos son la rendición de cuentas, la independencia y composición de los órganos de gobierno, la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres, la presencia de las mujeres en cargos directivos, la no discriminación de los trabajadores por sexo, edad, capacidad, etc.
La inversión solidaria puede tener un doble impacto positivo. Por un lado, tiene impacto social y/o medioambiental al apoyar directamente a ONG e iniciativas solidarias mediante la donación de un porcentaje de la comisión de gestión. Algunas entidades permiten, además, a los clientes participar activamente en la elección de los proyectos y distribuir el importe de la donación.
Por otro lado, si se siguen criterios ASG, esa inversión además de solidaria es sostenible y contribuye a consolidar un tejido de empresas responsables a nivel ambiental, social y de buen gobierno, con todo lo que ello supone para nuestra sociedad y nuestro entorno.
La solidaridad y la sostenibilidad no están reñidas con la rentabilidad. Como en todas las inversiones, el objetivo de la inversión solidaria es rentabilizar el ahorro en un determinado plazo de tiempo. El importe destinado a proyectos solidarios no se resta de la inversión realizada sino de la comisión que ingresa la gestora del fondo de inversión o del plan de pensiones.
Además, los productos de inversión sostenible están cosechando buenos resultados e incluso superando a otros productos del mismo perfil inversor que no tienen en cuenta los criterios de sostenibilidad en su política de inversión. De hecho, el crecimiento del Ibex ESG en 2024 ha superado al alcanzado por el Ibex 35. Más aún, la sociedad demanda cada vez más los productos o servicios de empresas que cumplan criterios ambientales, sostenibles y de buen gobierno y esa demanda redunda en su crecimiento.
Lo que está claro es que la inversión solidaria no solo persigue rentabilizar el ahorro. También cambia la vida de las personas, cuida del entorno y contribuye a construir un mundo mejor.
No todo el mundo tiene las mismas necesidades, y queremos que encuentres la solución que mejor se adapte a tu situación.
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