17/03/2022 | 3 minutos
Llamar a la calma en tiempos convulsos es como ir al supermercado con hambre: resulta complicado no dejarse llevar por el miedo en el primero y por el estómago en el segundo. La volatilidad genera oportunidades para el inversor, pero al mismo tiempo crea una nube de polvo tal que no sólo no deja ver el horizonte, sino que además entorpece la respiración. Estas reacciones son propias de la naturaleza humana, en las que un evento inesperado suele provocar actitud de defensa o de huida, mientras que el mismo evento en un contexto ya conocido no evoca la misma reacción.
La situación bélica tendrá consecuencias económicas principalmente en los precios de la energía y en la inflación en general. Para contrarrestar estos efectos, los gobiernos están cambiando rápidamente sus políticas energéticas como primera medida para evitar que impacte duramente en el crecimiento; las siguientes irán encaminadas a compensar el impacto en el consumo a través de la pérdida de poder adquisitivo, esto es, políticas fiscales expansivas (aumento del gasto/inversión y/o bajada de impuestos, esta última menos utilizada normalmente).
No hay que olvidar que muchos hogares todavía disponen del colchón del ahorro creado durante la pandemia.
Adicionalmente, los bancos centrales han comenzado a moderar sus discursos que hasta hace unas semanas iban dirigidos a subir tipos, anunciando hacerlo en hasta 8 ocasiones en el caso de EE.UU. según algunos analistas y que, ahora mismo, se han moderado a prácticamente a la mitad.
¿Qué pasará con los mercados en esta situación conflictiva que vivimos? Aunque tendemos a pensar que la situación actual es siempre diferente, lo cierto es que los conflictos bélicos más recientes en 2014 con la anexión de Crimea por parte de Rusia o la intervención en Siria, se saldaron con caídas del 10% que se recuperaron en los siguientes meses.
Los ciclos y las crisis cada vez son más rápidos, pero en la misma medida que lo son las recuperaciones, de ahí que no dejen margen para entrar y salir del mercado sin que ello suponga una pérdida recuperable.
La incertidumbre es inherente a los mercados y también a la vida, como dice una de esas míticas frases de autoconocimiento: la vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia.
Y bailaremos mejor si tenemos un plan de inversión a medio y largo plazo claro, definido con nuestros objetivos y teniendo en cuenta nuestras características, siempre con la ayuda de un asesor que nos ayude a mantener la calma cuando sea necesario.
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No todo el mundo tiene las mismas necesidades, y queremos que encuentres la solución que mejor se adapte a tu situación.