20/10/2021 | 4 minutos
Muchas personas temen invertir en la bolsa de valores. Sus subidas y bajadas imponen respeto, no siempre se sabe cómo funciona. Por eso, antes de empezar a invertir, es clave conocer el funcionamiento y los riesgos en los que se puede incurrir.
El mercado de valores es una organización privada que une a empresas e inversores. Las primeras buscan conseguir capital vendiendo sus acciones y los segundos acrecentar sus ahorros. Además, puedes encontrar bonos, certificados, acciones preferentes, opciones y otros muchos. La bolsa española abre de nueve de la mañana y cinco de la tarde.
Cuando compras acciones, adquieres una parte de la empresa y una serie de derechos. Por ejemplo, puedes participar en la junta de accionistas y, según el caso, recibirás un dividiendo por cada acción que poseas. Al aumentar la cotización de la empresa, el valor de tu participación aumentará, por lo que saldrás ganando cuando las vendes. Sin embargo, si se deprecia, perderás parte del dinero invertido o todo si se llega al caso.
En cuando a su funcionamiento, la bolsa se rige por las dinámicas de mercado. Existen unos demandantes y unos oferentes. Ambos influyen en los precios, los cuales suben o bajan en función de la oferta y la demanda. Si una acción es muy demandada, su precio se irá incrementando y si por el contrario hay muy pocas peticiones de compra y muchas de venta, tenderá a bajar de precio.
Este es el funcionamiento esencial del mercado, y en él participan varios actores. Las empresas son las emisoras de los títulos, los inversores las compran o venden, el regulador bursátil es un organismo que controla el buen funcionamiento y los intermediarios financieros actúan como facilitadores para que se pueda invertir. Estos últimos son los denominados brókeres, que cobran una comisión por operación.
Si crees que la respuesta es sí, estás equivocado. En el mercado de valores puede invertir cualquier persona con cantidades muy pequeñas. Nada te impide comprar una acción valorada en dos euros, aunque tendrás una comisión que seguramente no compense una compra tan pequeña. Las comisiones varían entre los bancos y diferentes plataformas y afectará a la rentabilidad final. El intermediario financiero es el encargado de llevar a cabo este trabajo, por el que cobrará una cantidad en concepto de comisión de compraventa. Además, el propio mercado tiene cánones o gastos fijos, que también tendrás que pagar.
Una cosa que hay que tener clara es que al invertir nunca debes colocar todo tu dinero. No olvides que vas a incurrir en riesgos y por eso lo recomendable es utilizar solo aquellas cantidades que no vayas a necesitar en el presente ni en el futuro cercano. Al principio, usa una pequeña cantidad para invertir en grandes empresas, que sean estables y suelan repartir dividendos.
La rentabilidad que puedes obtener depende de la acción que compres. Hay una amplia variedad de empresas y conviene que las conozcas para determinar si merece o no la pena. Por otro lado, presta atención a las compañías que ofrezcan un dividendo. Se trata de una parte de los beneficios conseguidos por la organización y que recibirás por cada acción.
Así, debes tener en cuenta que puedes ganar o perder por la variación del precio de la acción, pero también puedes recibir dividendos, por lo que la rentabilidad puede venir por dos sitios. En cuanto al riesgo, este siempre estará presente. La volatilidad del mercado es patente, ya que puede pasar de la euforia desatada a la depresión en cuestión de segundos. Estos cambios vienen dados por el comportamiento de la empresa, la situación política, la inflación, el estado de los tipos de interés o las modas. Y ese riesgo también puede depender del tipo de acción de la que se trate: acción de valor o de crecimiento.
Hay que diferenciar entre acciones de valor y crecimiento. Las primeras son las de empresas con un negocio consolidado, que son estables en beneficios y pagan dividendos. Las segundas son de empresas que crecen a gran velocidad, lo cual llega a dar unas grandes rentabilidades, pero pueden desinflarse rápidamente.
Un ejemplo de acción de valor sería una compañía de renombre que ofrece un buen dividendo y ha permanecido estable los últimos años. En cuanto a las de crecimiento, existen empresas emergentes que aumentan de valor con un buen comportamiento.
Sin embargo, a la hora de comprar acciones debes evitar el efecto arrastre, que es cuando muchas personas adquieren títulos y el precio no deja de subir. Lo ideal es tener un plan de inversión a medio o largo plazo: fijarse una meta y mantenerse en ella, independientemente de que el mercado vaya evolucionando. Porque intentar acertar con el momento de entrada y salida siempre es muy complicado.
Las entidades financieras ofrecen la posibilidad de realizar operaciones con valores desde sus bancas digitales, desde ordenador o desde móvil (app). Suelen ser espacios de fácil manejo y donde se puede encontrar mucha información que puede ayudar a la hora de tomar las decisiones (gráficos, diferentes indicadores, tablas comparativas de dividendos), por lo que operar desde allí se hace muy sencillo, al alcance de los pequeños inversores.
Estas son unas mínimas nociones para poder invertir en bolsa. Recuerda que no necesitas ser millonario ni tener una habilidad especial. Pero sí debes analizar a fondo cada empresa y tener a tu lado un intermediario financiero que te ayude a tomar tus propias decisiones.
No todo el mundo tiene las mismas necesidades, y queremos que encuentres la solución que mejor se adapte a tu situación.